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sábado, 2 de octubre de 2010

HAYOMBRES

Hay hombres que gastan lo que no tienen

y hombres que no pagan lo que tienen.

Hombres que empeñan su vida en un banco

por valor de unos cuantos euros, jajaja.

Hay hombres que son ombres

porque se les ha caído la hache de hombre.

Hay hombres que sólo miran su propio ombligo

y luego lloran como descosidos alma adentro.

Hay hombres que ni siquiera saben que existen,

hombres-robot, hombres-máquina,

hombres-ausencia, hombres-deseo,

hombres-sueño, hombres de la ilusión.

Legiones de hombres.

Hay hombres que ni siquiera pueden escuchar

las palabras de otros hombres de verdad.

Quizá nunca están preparados para ello,

quizá tengan prisas, prisas por escuchar

la política de la radio, de la tele y del periódico,

de los medios. Hombres de los medios,

hombres medios: mitad hombres, mitad medios.

Pero no hombres enteros, no sencillamente hombres.

Hay hombres que tienen opiniones para todo

y para todos, hombres con criterio, que saben

dónde está el problema, la raíz, el responsable,

el asunto, la historia, la anécdota, la cuestión.

Hombres rebosantes de palabras que te las regalan

como te descuides, que las reparten

a diestro y siniestro para instruir al ignorante.

Hombres de ideología, hombres-bandera,

hombres-emblema, hombres-mitin,

hombres-panfleto, hombres-folleto,

hombres-cartel, hombres-anuncio,

tantos nombres…

Son hombres con ardor, de mala digestión,

de justicia, de la verdad, de bien y mal,

de úlcera, barriga e hipertensión.

Hombres con asma, hombres ahogados

-han perdido la facultad de respirar-,

hombres de miedo, mirada perdida

y confusión. Su mente siempre está turbia,

no saben preguntar directamente,

hablar sin rodeos, responder con sinceridad.

Hombres complejos, hombres-complejo,

hombres atrapados por la memoria,

la mala conciencia, el tedio, la desilusión.

Hombres sin, cansados, perezosos,

informes, vacíos, locuaces,

quejosos, víctimas, enfermos,

siempre justificándose a sí mismos,

siempre explicándose, yo esto, yo lo otro,

yo lo de más allá, yo yo yo.

Hombres de sube y baja, como un yoyó,

siempre colgados de la cuerda de sí mismos,

siempre a su rescate, entregados a su devoción.

Hombres que se han santificado, divinizado

y que no bajan de su pedestal, yo ni aunque…

Yo, ni, aunque, qué tristeza,

qué tristeza me dan estos hombres,

tantos hombres que pudieran ser,

tantos ombres que son…

Hombres a los que se les ha caído la vida encima

y no saben ya cómo quitársela.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Soberbio!... - exclamaron o pensaron, al mismo tiempo (y recién terminada la lectura del poema, en la Sala de Columnas del Círculo de Bellas Artes), la mayoría de los asistentes a la velada literaria; entre ellos, un psiquiatra, un psicólogo, un médico de cabecera, un psicoterapeuta, el Director de un Psiquiátrico, el vigilante de seguridad que se hallaba dentro del recinto, en ese momento, y otros muchos asistentes al acto, de diversa procedencia profesional, y entre los cuales se encontraban: un demagogo (de izquierdas, naturalmente), un progre (de los que tanto abundan, desde que murió el "abuelo"), un liberal de izquierdas, un liberal de derechas, un liberal "sin más" (de los se entusiasmaron con la lectura de la célebre trilogía de Aynn Rand: "Los que vivimos", "El manantial" y "La rebelión de Atlas"), un ultraliberal, un anarquista capitalista (pues existen, y bastantes, aunque el término parezca entrañar una "contradictio in terminis"), un separatista del PNV, otro del BNG,otro de ERC, otro de los de Blas Infante, e incluso uno canario, un anarquista revolucionario (de los que, ya, apenas, quedan), un comunista nostálgico, con tendencia a la depresión y en tratamiento psiquiátrico, un socialista sentimental (de los de Felipe Glez.), un socialdemócrata (más sociata que demócrata), y un socialdemócrata (más demócrata que sociata), un socialdemócrata (de los que creían y, aún, creen en Willy Brandt), un conservador jubilado y padre de familia, descreído de todo o casi todo ("Esto es así, porque lo digo yo" o "porque lo dice Fulano, Zutano o Mengano" o "...porque lo dice la Institución Tal o Cual" o "...la Divina y Sagrada Secta", o "...la diabólica Secta de sus Satánicas Majestades", etc., etc., etc.), que sólo cree en la "razón" (y en sus hijas mayores, la Ciencia y el Sentido Común, basados, ambos, en el estudio y la reflexión serenos y profundos); creyendo, asímismo, en los "buenos sentimientos" y en la "sana voluntad", sempiternos compañeros de aquélla, y que se sentía "culpable" por casi toda su conducta pasada y presente que no se ajustase al "patrón" de ideales (nobles y heroicos) que demandaba su puritano y confiado(pues este rasgo pesaba más que el de su incipiente paranoia) "carácter" y que, por despiste, se había colado allí (en el vetusto Edificio reconvertido, en época de triste recordatorio, en una de las más famosas "checas" en las que "la izquierda" (entonces, en el poder) y sus "fieles" seguidores, solían poner en práctica sus "ejemplares
lecciones" de humanidad.
"¡Soberbio!" - al mismo tiempo, se oían los fuertes aplausos, que recordaban al famoso "calderón" en el que suelen concluir gran parte de las más celebradas piezas musicales de la Historia de la Música-.
El joven poeta (treinta y cinco años, creo), salió a saludar , y retirándose, acto seguido, inclinando, suavemennte, la cabeza, en señal de agradecimiento hacia su enfervorizado público.
Al fondo, uno de los presentes, no pudo evitar que, por la cabeza, le cruzaran ideas en conflicto que, por un lado, le entristecían, por otro le reconfortaban, y, por otro le enriquecían.
Se fue, reflexionando sobre el "contenido" (bastante más que sobre la "forma" o el título) del poema.
De todo ésto, ha pasado , ya, un día, y, aún, sigue reflexionando. Intuye, que, ya, no olvidará este poema, durante el resto de su vida, presintiendo, que, algo en él va a cambiar, a nivel sentimental. Cree que se hará "más comprensivo"..., que sentirá más "piedad" por sí mismo y por los demás. Eso, indudablemente, le ayudará a "ser mejor" (a ser "más bueno"...) que es lo que, en el fondo, siempre, le ha importado, a la par que "saber y conocer" (lo más posible), de sí mismo y del mundo en el que se encuentra inserto.
El HOMBRE SIN ATRIBUTOS