En el momento de máxima concentración, cuando la gente estaba en total silencio y la tensión se palpaba, activé el aparato de frecuencias ultrasónicas que Travis me regaló. En un abrir y cerrar de ojos, la mandíbula se contrajo y los afilados colmillos cercenaron el cuello del domador. La cabeza ensangrentada rodó por la arena y un cuerpo acéfalo se desplomó al momento. El público empezó a gritar. Pensé que había que repetirlo en otro circo.
Atleta
Atleta
No hay comentarios:
Publicar un comentario