Él quería producir un libro exclusivo, único en su especie, que no acabara como uno más, cogiendo polvo en un anaquel cualquiera, junto a los otros. E inventó la solución: “Ya está!”, se dijo, “ editaré mi libro con pastas de papel lija, para que ningún otro pueda rozarlo, a no ser a costa de su vulnerabilidad”. Y así hizo, tras mucho empeño consiguió convencer a su editor y a ello se pusieron. Cuando unas semanas más tarde le llegó el libro al fin, lo desenvolvió con cuidado y admiró su gran producto, hijo de su mente despierta. Lo rozaba con las yemas de los dedos y no podía creer la dureza conseguida. Qué sorpresa iba a causar, cuánto daría que hablar…
Unos días después, llegó a su casa destrozado por una leonina jornada y descubrió a su compañera de sentimientos sentada en el sofá, en bata rosa y limándose las uñas con su preciado tesoro.
-Ah, ya estás aquí –se giró ella al verle entrar-. Muy útil la idea que has tenido, tu libro puede causar furor entre mis amigas. Espero que les regales uno…
A. Gova
sábado, 17 de febrero de 2007
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