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martes, 27 de marzo de 2007

300



Yo soy el que se queda sin cabeza en la película 300. Lo que más me gustó fue comprobar la cara de pasmo que se le quedó a mi padre... Lo flipó. Siempre sorprendiéndolo.

O acaso a alguien se le ocurrió pensar que siendo yo un auténtico espartano de pelo en pierna me pudiera quedar paralizado ante la figura de un simple caballito y una espada del tamaño de un mondadientes?

A. Gova


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