Estás tumbado en la oscuridad junto a una bella luz, a tu izquierda. Emana como un chorro azul, esplendoroso haz de fotones, de una pequeña pantalla. Miras el objeto, te giras, lo miras bien, lo observas. Sientes una pequeña descarga de emoción ante este pequeño servidor. Lo tocas, percibes su suavidad, sus formas, su disposición. Lo ases con cuidado, piensas en él cuando lo rodean tus manos, ahora lo dejas junto a ti otra vez, tan cerca los dos, ambos boca arriba, como dialogando, trabajando él por ti, para ti, sin cesar un solo instante…
A. Gova
miércoles, 14 de marzo de 2007
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