Íbamos caminando mi amigo y yo por la recién inaugurada ribera del Manzanares, hablando distendidamente sobre lo divino y lo humano, sobre si existía dios, sobre las mujeres, el vino y la paella, sobre nuestros planes de futuro, si tendríamos hijos o no, sobre nuestras metas en la vida, sobre nuestras fobias, cuando de pronto, un silbido proveniente de todas partes del planeta nos desconcertó tanto que cada uno perdió la noción del otro, sin saber muy bien hacia dónde tirar. De repente, un gran estruendo lo detuvo todo, y por un momento el tiempo, la vida y el latir de mi corazón se estancaron. Cuando volví en mí y comencé a percatarme de lo sucedido no daba crédito. Miré a mi amigo y humeaba. Aún caliente, me hinqué de hinojos y pensé en él como el resplandeciente abogado que hubiera sido. La vida, Arturo, está llena de sorpresas, me decía…
A. Gova
A. Gova
1 comentario:
También los meteoritos nos acechan desde el espacio, por si hubiera pocos peligros...
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