El limón busca tu boca y se te cuela dentro,
creyendo que eres tú quien lo ha elegido.
Te arruga el rostro y tus ojos se achinescan,
agitándote la cabeza con tanta profusión
como si un cóctel de placer se preparara.
Acaba de soltar todo su jugo y
tú, aún, no puedes ni mirar...
miércoles, 1 de junio de 2011
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