El Papa anuncia su adiós,
los pasos rojos continúan,
se retirará a Castel Gandolfo,
a un convento de clausura,
según es su voluntad.
No hay nada que arrostrar,
ninguna cruz que soportar,
el papado es un cargo
que en hombres senectos
debe ser sucesorio, según lo natural,
¿quién quiere un espectáculo de hombres
que se desmoronan sobre su propia figura?
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